TODO ESTABA BIEN HASTA QUE LLEGASTE TÚ
Por: Carlos Omar Araya*
araya15@hotmail.com
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No ha sido la primera manifestación o protesta a la que he asistido, pero si la que más problemas me ha causado en lo personal. No creo que sea tampoco la última, aunque por un momento sí que lo pensé. A las 11 de la mañana del martes 15 de abril, ya sumábamos alrededor de 30 participantes, claro, entre curiosos y activistas por la diversidad sexual. Ya, para esa hora, muchas y muchos activistas habíamos recibido varios empujones de parte de la Policía Nacional, logrando que la concentración se realizara no frente al Congreso, sino a dos cuadras de distancia, en la concurrida avenida Abancay. Yo en verdad si estaba un poco emocionado. Nunca había estado presenten en un acto simbólico en el cual se lavara las banderas peruanas y de la diversidad sexual de las manchas de la discriminación, bastante metafórico, ¿no? Además me hacia recordar esas jornadas en las que jóvenes lavaban la bandera nacional en son de protesta frente al régimen del ex presidente Fujimori.
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Para las 11.30 ya muchas y muchos habíamos refregado las banderas frente a los medios de comunicación, que fueron varios. Yo me animé también. Yo por lo general soy muy reacio a las cámaras, pero en ese momento frente al contagiante ambiente cívico me atreví a comentar algunas cosas frente a los medios. La gente que circundaba el espacio mostró su apoyo. También estuvieron presentes delegados del Partido Descentraliza Fuerza Social, quienes emitieron un comunicado en solidaridad con nuestra lucha de que el Congreso apruebe la Convención de jóvenes sin ninguna reserva o interpretación caprichosa que elimine, entre otras cosas, los términos de no discriminación por orientación sexual.
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Entre tanto, ya casi para finalizar el acto, dos activistas empezaron a leer un Comunicado, cuando de pronto, y ante la sorpresa de muchas y muchos, aparecieron en escena dos personajes que llamaron la atención de todas las cámaras. Eran dos drag queens. Altas, vestidas de escolares y con cachos. Yo realmente me quedé muy extrañado. No sabía quienes eran y ni por qué estaban allí de esa forma. Y sé que muchos se preguntaron lo mismo. Acá debo aclarar algunas cosas. Particularmente tengo un profundo respeto por la personas trans, me parece bastante admirable asumir su identidad y estar dispuesto resistir frente a lo que ello conlleva. Asimismo, las performances de Drag Quees, me parecen -en algunos casos- muy interesantes y sobre todo que invitan a cuestionar el orden establecido. Pero debo decir que sinceramente no le vi el sentido ni la lógica razón de hacer un acto performativo en ese evento. No obstante eso, ahí estaba yo, al lado de dos drag queens lavando banderas. Por un momento pensé que deberíamos haberlas botado. Pero luego, pensándolo ya mucho mejor, creo que todo el mundo tiene derecho a protestar como le dé en gana. El asunto es que si nuestra intención era hacer una llamada de atención a la ciudadanía sobre nuestra inclusión en la Convención, pues debíamos haber velado para que ese objetivo no sea distorsionado por los medios, tal y justamente como sucedió. Se distorsionó gran parte de nuestro mensaje.
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Y hay que ser claros que no se trata de invisibilizar expresiones, sino ser cautos frentes a los medios. Quizá sería interesante tener una estrategia que contemple estos casos. Muchas y muchos activistas pueden diferir de las protestas coloridas, pero estas opiniones no son transmitidas en un medio de televisión como si lo hizo notar Beto Ortiz, el Sr Blume y tantos otros que nos tildaron de payasos y poco serios. No estoy seguro que ante estas cosas habría que cerrar filas, pero sí ser cautos, en evitar que nuestros propósitos no sean mal interpretados y no vernos sorprendidos con un acto, que si se hubieran consensuado por las organizaciones lgtb con anticipación podría haber sido más “adecuado”. Tengo entendido que los responsables de este acto performatico no es una organización LGTB, sino una ONG que ve el tema de derechos sexuales y reproductivos. Creo que más comunicación en cuanto a estar enterad@s de lo que las organizaciones solidarias desean proponer como “protestas” en actos similares no nos caería nada mal.
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Como anécdota debo mencionar que mis padres se molestaron muchísimo conmigo, pero no por que crean que soy gay –se supone que no lo saben- sino por salir en la televisión apoyando “payasadas”.
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* Carlos Omar Araya es egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), como activista LGTB ha participado en la organización de la Marcha del Orgullo y en eventos internacionales como el Foro Social de las Américas.
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