
Y, efectivamente, en Perú, aún existen policías que persiguen, maltratan, torturan y violan a compatriotas por “ser diferentes”. Durante la madrugada del 25 de febrero de 2008, al interior de una Comisaría de la Policía Nacional, Luis Alberto Rojas Marín, ciudadano de 26 años de edad, joven gay, natural de Ascope y dedicado al comercio, fue víctima de secuestro, tortura, golpes, insultos, violación sexual, robo y abuso de autoridad por parte de tres efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP): Dino Horacio Ponce Pardo, Luís Miguel Quispe Cáceres y Juan Isaac León Mostacero. El 11 de abril, el juez Rosendo Villas Castillo, magistrado de la provincia de Ascope-Región La Libertad, ordenó su prisión preventiva sobre la base del examen médico legal que encontró como indicios: el desgarramiento anal por mano ajena, un hematoma en los brazos por dígito presión forzamiento, dio positivo el examen biológico practicado a la sangre hallada en la prenda íntima de la víctima, y la existencia de un hematoma en la rodilla de un policía. Inicialmente, les internaron en el centro penitenciario El Milagro; pero, luego, fueron liberados, sin castigo por sus abusos verbales, físicos y sexuales.
En su declaración ante la comisaría de la PNP de Casa Grande, Luis Alberto denunció que en la comisaría, lo encerraron en una celda y tres policías actuaron en nombre de la homofobia, el machismo y la misoginia: “Te gusta la p… c.. de tu m…sácate la ropa”, dijo un efectivo; pero como su víctima no hizo caso, le propinaron dos cachetadas y empezaron a sacarle la ropa a la fuerza, le rompieron la ropa interior que llevaba. Otro policía intentó meterle su vara por el ano, pero como no pudo, le aventaron contra la pared y se llevaron su ropa, dejándolo desnudo… Luego, se acercó otro policía, que lo insultó y le realizó tocamientos sexuales, hasta que la víctima lo escupió.

El hecho de que los policías implicados hayan salido en libertad va contra toda lógica de justicia, y lo peor es que las autoridades competentes no actúan diligentemente ante este tipo de casos, observando y respetando los derechos humanos y ciudadanos de cada peruano/a. Además de actuar parametrados por la homofobia institucional y por su homofobia interiorizada, aquellos policías y aquellas autoridades dejan ver su desconocimiento y su limitado estudio y aplicación sobre el citado Manual y tantas normas internacionales, regionales y nacionales de protección de los derechos humanos. No recuerdan que la PNP existe para garantizar el orden interno, el libre ejercicio de los derechos fundamentales y el normal desarrollo de las actividades ciudadanas. Olvidan que la PNP presta protección y ayuda a las personas y a la comunidad. Una de sus primeras obligaciones es respetar la Constitución, las leyes, los reglamentos y las órdenes superiores (con la excepción de no cumplir aquellas órdenes que violenten la Constitución, las leyes o los reglamentos).
Para el caso que nos ocupa, si realmente quisieran hacer justicia las autoridades competentes, debieran tomar en cuenta el régimen disciplinario de los miembros de la PNP, quienes en caso de incurrir en faltas contra los mandatos y las prohibiciones reglamentarias, serán sometidos a los procesos disciplinarios correspondientes y sancionados de acuerdo con las leyes y normas pertinentes, independientemente de la acción judicial a que hubiera lugar. En el caso de juzgamiento por delitos de función y delitos comunes, se estipula que los miembros de la PNP que incurran en ellos serán investigados sumariamente por el respectivo comando y denunciados ante el fuero militar, y se precisa que en caso de que incurran en delitos comunes serán sometidos al órgano jurisdiccional ordinario (Art. 38 y 39, Ley Orgánica de la PNP).

* Manuel Herrera es co-fundador del Boletín Diversidad. Licenciado en Periodismo, Maestro en Estudios Políticos y Sociales, y alumno del Doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México
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