martes, 18 de mayo de 2010

Artículo sobre el día internacional contra la homofobia.

El conocimiento científico como dispositivo de control que refuerza la homofobia y transfobia.
Por. Víctor Vásquez Maza
Director del Boletín Diversidad
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Hablar y escribir sobre sexualidad, entendida como una actividad y manifestación subjetiva pero influenciada por factores socio-histórico culturales, es referirse y confrontarse a un sistema que controla, regula y sanciona las sexualidades que no se ajustan a los preceptos indicados, como por ejemplo: la heteronormatividad, el fin reproductivo de la actividad sexual, el machismo, entre otros. Estos dispositivos de control pueden ser variados como las agresiones físicas, psicológicas y sexuales, los crímenes de odio o las discriminaciones manifiestas, pero también pueden adoptar un matiz más sutil, por ejemplo el lenguaje o el conocimiento científico que refuerzan la homofobia social e interiorizada existente. Es este último mecanismo de control del cual se reflexionará en el presente artículo.

Los investigadores han defendido y defienden la supuesta neutralidad axiológica de la ciencia, es decir, que los conocimientos que se obtienen son objetivos y libres de las valoraciones de quien investiga; sin embargo, esta perspectiva es cuestionada cuando realmente se sabe que nuestra subjetividad se encuentra impregnada en todas las actividades que realizamos, incluida la académica – científica. Se puede aceptar que existen científicos que desconocen o son poco conscientes del enfoque del cual parten para investigar, creyendo que son objetivos en su estudio, cuando realmente éste responde a un enfoque paternalista, moralista, de derechos humanos, o entre otros.

Es así que, en el siglo pasado e inclusive en el actual, la ciencia médica y psicológica ha estudiado la sexualidad desde un enfoque medicalizante o patologizante, atribuyendo categorías diagnósticas a diversos comportamientos y expresiones de la sexualidad que transgreden la normalidad estadísticas en las cuales se basan dichos diagnósticos. Es desde esta perspectiva que los primeros manuales, tanto de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) como de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consideraban a la homosexualidad como una enfermedad mental. Ésta aparecía tanto en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastorno Mentales (DSM) como en la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales (CIE) de dichas organizaciones.

Fue en el año 1973, que la APA retiró del DSM a la homosexualidad de su lista de trastornos mentales, y se opone desde 1980 a cualquier tratamiento psicológico o psiquiátrico, tal como terapias “reparadoras” o “de conversión”. Estos antecedentes permitieron que el 17 de mayo de 1990 la OMS retire del CIE a la homosexualidad como una enfermedad mental. Sin embargo, en dicho manual aún persiste como enfermedad mental la homosexualidad egodistónica, es decir, la persona le molesta ser homosexual. Este diagnóstico es cuestionable ya que en una sociedad caracterizada por los altos niveles de homofobia es de suponer que una persona homosexual sea más susceptible a estas discriminaciones generándoles malestar emocional. Por tanto, este diagnóstico no toma en cuenta el porqué de las incomodidades de la persona, y en vez de apoyar las iniciativas para un cambio de mentalidades de la sociedad, dirige sus esfuerzos para “convertir” a la persona.

Si bien la homosexualidad, tanto masculina como femenina, ha sido despatologizada de estos manuales, aún persisten las actitudes medicalizantes y psicopatológicas hacia las identidades trans (trasngenericidad, transexualidad y trasvestismo), las cuales son clasificadas como trastornos de la identidad sexual o disforias de género; y a las diversas expresiones comportamentales de la sexualidad, como el voyeurismo, el fetichismo, el exhibicionismo, entre otros, las cuales reciben el diagnóstico de parafilias, todo ello bajo el epígrafe de Trastornos sexuales y de la identidad sexual en el DSM versión IV.

Estas cuestiones plantean nuevas directrices en el estudio académico de la sexualidad, basado en un nuevo enfoque: El de derechos humanos el cual sea más integral y facilite erradicar las actitudes medicalizantes. A la vez, permite denunciar la existencia del sistema sexo-genero binario que patologiza y discrimina todas las manifestaciones que no son heterosexuales, es por esta razón que el 17 de mayo se ha convertido en el Día Internacional de la Lucha contra la homofobia y transfobia, promoviendo en el movimiento LGTB la demanda de la despatologización de las identidades trans, la cual no debe ser considerada una enfermedad o trastorno mental como actualmente aparece en estos manuales; así como la lucha, por una educación inclusiva e igualitaria, por la existencia de normatividades que garanticen la igualdad entre las y los ciudadanos, sancionando la discriminación por orientación sexual e identidad de género y, por la construcción de una sociedad basada en el respeto a la diversidad.

Referencias Bibliográficas:

Álvarez-Gayou, Juan (2007): Expresiones comportamentales de la sexualidad: Una cuestión de contexto. En Revista Virtual del Instituto Cognitivo Conductual. Nº 7: México D.F.
Foucault, Michel (1977): Historia de la Sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI: Madrid.
Guasch, Óscar: Para una sociología de la sexualidad. Revista Reis.
López, Félix (2004): Conducta sexual de mujeres y varones. Iguales y diferentes. En Psicología y Género. Pearson Educación: Madrid.
McCary, James (1999): Sexualidad Humana. 5ta edición. El Manual Moderno: México D.F.
Moser, Charles (2004): El DSM IV y las parafilias: Un argumento para su retirada. En: Revista de terapia sexual y de pareja. Nº 19: Canadá.
Moya, Miguel (2004): Actitudes sexistas y nuevas formas de sexismo. En Psicología y Género. Pearson Educación: Madrid.
Romi, Carlos (2008): Las perturbaciones sexuales. Críticas a su inclusión como trastornos mentales en el DSM IV TR. En: Psiquiatría forense, sexología y praxis. Año 15, vol. 6, nº 1.

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