Escribe: Manuel Herrera Loayza (*)
Aunque para el gobierno derechoso de Alan García y otros sectores conservadores de la sociedad peruana, las/os ciudadanas/os indígenas y homosexuales no somos titulares de derechos (“ciudadanas/os de segunda clase”), los activismos LGBT no debemos caer en la lógica racista, clasista y discriminatoria de aquéllas/os, con el fin de acallar, deslegitimar y neutralizar nuestras legítimas luchas por una ciudadanía plena.
El hecho de que la octava Macha del Orgullo LGBT en Lima se haya dedicado este año a la lucha de los pueblos amazónicos es un gesto solidario y noble que reivindica la necesidad de hermanar de modo más concreto nuestros movimientos sociales, en virtud de que seguimos siendo objeto de la misma opresión, aunque ésta se muestre de diferentes modos.
De allí, la importancia de proteger y promover los derechos humanos de todo ser humano, desde los marcos de acción de nuestras luchas.
Quienes defendemos los derechos humanos y reivindicamos la diversidad, lo hacemos para todo ser humano, desde el respeto integral e interdependiente de todos los derechos humanos.
El hecho que existamos activistas y movimientos sociales que enfatizamos una lucha en especial o algunos derechos más específicos no nos hace ni más ni menos, simplemente somos parte de una lucha global más amplia, a favor de la humanidad, de la cual las personas LGBT hacemos parte.
Obviamente, tenemos como perspectiva y marco de trabajo la indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos para todas las personas. Es desde este marco que levantamos una bandera u otra, para avanzar, poco a poco, ojalá unidos, en la conquista de más espacios, más derechos y condiciones de vida más dignas.
Ante la iniciativa de la Marcha del Orgullo de solidarizarse con las/os compatriotas de la Amazonía no han faltado algunas/os activistas LGBT incómodas/os e inconformes, sus razones tendrán, ello es legítimo.
No obstante, resulta necesario decir que es “ingenuo”, egoísta y equivocado pensar que la lucha LGBT nada tiene que ver con la lucha indígena.
Indígenas y LGBT han sido –y son- histórica, política y socialmente perseguidas/os, discriminadas/os y excluidas/os. Esto sigue así, a la fecha.
Aún hoy, hay quienes dudan de la condición humana de indígenas y de homosexuales (“sin alma”, “no son humanos”, “en pecado”, “en enfermedad”, “de segunda clase”).
Aún hoy, en el Perú, pese a la existencia de algunas leyes y una que otra política pública, indígenas y homosexuales son directa e indirectamente discriminadas/os en diversos espacios del Estado y de la sociedad misma.
Así, por lo dicho, al movimiento indígena y al movimiento LGBT nos unen estrechamente la lucha contra toda forma de discriminación, racismo, sexismo e intolerancia, de modo particular si cruzamos y enfatizamos cuestiones de edad, género, sexo, derechos sexuales y reproductivos, derechos económicos, sociales y culturales, derecho al libre desarrollo de la personalidad, derecho a las libertades de expresión, de información y de opinión, derecho de participación ciudadana y acción política, etc.
Yo aplaudo este gesto solidario. Por eso, en el Perú, marchemos con orgullo por nuestros derechos y por los derechos de todas/os las/os ciudadanas/os indígenas en pie de lucha. ¡Alto a todas las formas de violencia!
Gritemos a viva voz: “En la Diversidad unidas y unidos: Lesbianas, Trans, Gays, Bisexuales por la Paz, la Vida y el Respeto a nuestros hermanos y hermanas de la Amazonía”.
¿Quién dijo que entre ciudadanas/os LGBT no hay ciudadanas/os indígenas?
(*) Director del Boletín Diversidad. Licenciado en Periodismo. Magister en Estudios Políticos y Sociales. Doctorando en Estudios Latinoamericanos.
El hecho de que la octava Macha del Orgullo LGBT en Lima se haya dedicado este año a la lucha de los pueblos amazónicos es un gesto solidario y noble que reivindica la necesidad de hermanar de modo más concreto nuestros movimientos sociales, en virtud de que seguimos siendo objeto de la misma opresión, aunque ésta se muestre de diferentes modos.
De allí, la importancia de proteger y promover los derechos humanos de todo ser humano, desde los marcos de acción de nuestras luchas.
Quienes defendemos los derechos humanos y reivindicamos la diversidad, lo hacemos para todo ser humano, desde el respeto integral e interdependiente de todos los derechos humanos.
El hecho que existamos activistas y movimientos sociales que enfatizamos una lucha en especial o algunos derechos más específicos no nos hace ni más ni menos, simplemente somos parte de una lucha global más amplia, a favor de la humanidad, de la cual las personas LGBT hacemos parte.
Obviamente, tenemos como perspectiva y marco de trabajo la indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos para todas las personas. Es desde este marco que levantamos una bandera u otra, para avanzar, poco a poco, ojalá unidos, en la conquista de más espacios, más derechos y condiciones de vida más dignas.
Ante la iniciativa de la Marcha del Orgullo de solidarizarse con las/os compatriotas de la Amazonía no han faltado algunas/os activistas LGBT incómodas/os e inconformes, sus razones tendrán, ello es legítimo.
No obstante, resulta necesario decir que es “ingenuo”, egoísta y equivocado pensar que la lucha LGBT nada tiene que ver con la lucha indígena.
Indígenas y LGBT han sido –y son- histórica, política y socialmente perseguidas/os, discriminadas/os y excluidas/os. Esto sigue así, a la fecha.
Aún hoy, hay quienes dudan de la condición humana de indígenas y de homosexuales (“sin alma”, “no son humanos”, “en pecado”, “en enfermedad”, “de segunda clase”).
Aún hoy, en el Perú, pese a la existencia de algunas leyes y una que otra política pública, indígenas y homosexuales son directa e indirectamente discriminadas/os en diversos espacios del Estado y de la sociedad misma.
Así, por lo dicho, al movimiento indígena y al movimiento LGBT nos unen estrechamente la lucha contra toda forma de discriminación, racismo, sexismo e intolerancia, de modo particular si cruzamos y enfatizamos cuestiones de edad, género, sexo, derechos sexuales y reproductivos, derechos económicos, sociales y culturales, derecho al libre desarrollo de la personalidad, derecho a las libertades de expresión, de información y de opinión, derecho de participación ciudadana y acción política, etc.
Yo aplaudo este gesto solidario. Por eso, en el Perú, marchemos con orgullo por nuestros derechos y por los derechos de todas/os las/os ciudadanas/os indígenas en pie de lucha. ¡Alto a todas las formas de violencia!
Gritemos a viva voz: “En la Diversidad unidas y unidos: Lesbianas, Trans, Gays, Bisexuales por la Paz, la Vida y el Respeto a nuestros hermanos y hermanas de la Amazonía”.
¿Quién dijo que entre ciudadanas/os LGBT no hay ciudadanas/os indígenas?
(*) Director del Boletín Diversidad. Licenciado en Periodismo. Magister en Estudios Políticos y Sociales. Doctorando en Estudios Latinoamericanos.
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